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XTERRA – CHILE 2018

"Tocaba correr, mi peor prueba. Salí a correr pensando “estoy tan cansada, ¿cómo voy a subir cerros así?” Los primeros kilómetros planos fueron de adaptación. [...] No sé de dónde saqué la energía, pero corrí como si recién comenzara la carrera. Llegué a la meta con la satisfacción del “Yo pude” para mi el objetivo se había cumplido."

Decir que esta ha sido la carrera más difícil y dura que he corrido ya casi se ha vuelto una frase cliché para mí. Creo que cada carrera tiene su lado duro y su lado amable, pero todas deben ser desafiantes, para así quedar con esa satisfacción del “Yo pude”. Correr el Xterra fue algo nuevo, no sabía el grado de dificultad al que me enfrentaría en el mountainbike ni en el Trail.
El día sábado fuimos a la charla técnica y lo que más me dejó preocupada fue que hablaban de una bajada muy difícil para hacerla en el segmento de bicicleta. La gente comentaba que era más rápido bajarse y hacerla corriendo. El domingo la carrera partió con un hermoso día, había llovido un poco la noche anterior por lo que pronosticábamos un buen grip para la bici. Dejamos todo en orden en el parque cerrado, nos pusimos los trajes y fuimos directo a probar el agua. No me di cuenta y ya estábamos partiendo la carrera. El primer tramo de natación se convirtió en una lucha constante de mantener la línea sin que alguien me pasara por encima. Luego de girar en las primeras boyas, mi nado se volvió más fluido y mejoraron mis sensaciones ya que tenía un buen espacio y sólo me tenía que preocupar de ir hacia la siguiente boya.

Mi T1 fue rápida, la había practicado un par de veces en mi casa y sabía muy bien mi paso a paso. Tomé la bici, salí del parque y me subí de un salto con la Epic andando. Sabía que ahora comenzaba mi carrera pues la bici es mi fuerte. En los primeros kilómetros planos, mi mayor preocupación era quedarme sin cambios, ya que pensaba que el plato de 28 dientes podía ser muy chico para el tramo del circuito en las viñas. Pero no fue así, mantuve una buena cadencia y nunca me sentí “pataleando” en exceso.

Cuando comenzamos a subir no había forma de sobrepasar a los otros competidores ya que el circuito era muy estrecho, por lo que había que seguir el ritmo del de adelante y esperar a que no se bajara ya que la pendiente que había era tal, que no había forma de volver a subirse a la bicicleta si alguien se detenía. Por suerte para mí, cuando pasé por ese sector todos pedaleaban harto, y la Epic se comporta muy bien en subida, por lo que a pesar de mi respiración agitada, no tuve problemas (salvo una curva de mucha pendiente y suelta que no logré pedalear y tuve que caminar). Luego llegó la famosa subida suelta y con aún más pendiente, que tanto habían hablado en la charla técnica. Razón tenían con eso de que era imposible pedalearla, no tuve otra que empujar la bicicleta (me recordó a las dunas de Concón).

Las bajadas que seguían fueron puro disfrute. Sabía que se acercaba la temida bajada que advirtieron en la charla técnica y me causaba curiosidad saber qué tan técnica era y si lograría bajarla. Cuando llegué, había una competidora parada mirando hacia abajo. Con eso me di cuenta que había llegado a la temida bajada. Le grité que si no estaba segura, que mejor la hiciera caminando. Miré hacia abajo y pensé ” ayayay aquí vamos”. Me tiré pegada en los frenos, con la cadera bien atrás. Fue como esquiar en bicicleta, iba con la Epic derrapando de costado, de un lado a otro. En un momento se me fue mucho la bici hacia un lado, apoyé un pie contra el cerro para no perder el equilibrio y volví a subirlo de inmediato. Bajé la siguiente mitad sin poder engancharme al pedal, lo que me dio bastante susto, pero ya estaba a punto de lograrlo, ya no era opción bajarse y caminar. Cuando llegue abajo no podía más de la felicidad, lo había logrado. La Epic me había dado la confianza suficiente de enfrentar esa bajada como una guerrera.

Los siguientes kilómetros eran de muchas subidas y una bajada bien larga y poco técnica, en la que conocí a algunos competidores. Íbamos con ritmos parecidos y comenzaron a comentarme que se venía una subida de 300 metros en los que sólo se podía empujar la bici. Eso me sirvió bastante para preparar la mente (yo pensaba que ya no quedaban más subidas) y así fue, mucha subida suelta empujando la bici. Nos dábamos ánimos unos a otros, ya que todos veníamos muy cansados. La bajada siguiente la pase muy bien, era un sendero fluido con algunas partes técnicas, pero nada muy difícil. Ya estaba en la recta final, volviendo al circuito de las viñas, donde me fui con algunos competidores por un buen rato.

La T2 me salió bastante rápida. Tocaba correr, mi peor prueba. Salí a correr pensando “estoy tan cansada, ¿cómo voy a subir cerros así?” Los primeros kilómetros planos fueron de adaptación. Intercambié agua por una barrita de proteína con uno de los corredores que había conocido en el circuito de bicicleta (Francisco Pérez-Bannen). Esto me dio mucha energía, ya que hasta ahora sólo había comido geles.

Comenzaron las subidas y mis sensaciones eran terribles. Comencé a caminar lo más rápido que podía, pero me pasaban competidores muy rápido. No entendía como lo hacían, trataba de copiarles el paso pero me era imposible (después de la carrera me enteré de que es una técnica de caminata “power hike”). Luego de la gran subida (que también hicimos en bicicleta) pensé que ya nos devolvíamos al parque. En ese momento me volví a juntar con uno de los competidores que había conocido en el circuito de la bici. Hicimos juntos unas bajadas muy técnicas y cuando nos dimos cuenta de que volvía a subir, nos desmoralizamos (pensamos que ya no se subía más). Comenzamos a caminar muy lento y partieron esos pensamientos ” ¿que estoy haciendo aquí? ¿quién me manda a hacer estas cosas?”. Pero luego de un rato volvimos a darnos ánimo. Lo mismo pasó con las siguientes subidas, pero sentir que no estás sola, que hay más gente contigo sintiendo lo mismo que tú, te da más fuerza para continuar.

Llegamos al puesto de Redbull y me tire rápido la bajada. Quizás demasiado rápido, ya que estaba con mucha pendiente y muy suelta. Me resbalé y casi me caigo, pero me logre estabilizar. Llegué abajo y me dicen que ya casi había terminado, sólo quedaba la última parte hasta la meta. No sé de dónde saqué la energía, pero corrí como si recién comenzara la carrera.

Llegué a la meta con la satisfacción del “Yo pude” para mi el objetivo se había cumplido.

Relato desarrollado para Trichile.

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